La remodelación de la plaza Zabalburu partió de la idea de que fuera una transformación urbana y social. La antigua plaza Zabalburu era únicamente un distribuidor de tráfico, un entorno hostil provocado por la incesante circulación de coches. La nueva plaza es una ordenación de paz y de uso vecinal. Se ha convertido en un cruce de asfalto en un parque de juegos para niños, en un recorrido peatonal, en una zona de descanso con bancos, en un lugar para socializar.
La plantación de un bosque urbano con mucha vegetación y la iluminación han sido dos de los aspectos más destacados que han conseguido dicho propósito.
El proyecto de iluminación de la plaza consta de ocho signos verticales que se elevan del suelo a modo de faros: son ocho termómetros de luz, esculturas luminosas de 15 metros de altura realizadas con fibra de vidrio que se apoyan en una base metálica de tres metros de altura.
Además de iluminar el parque y la plaza gracias a los proyectores bilbo-G de yoduros metálicos de 150 Watios que los convierten en verdaderos faros guía en la noche, ofrecen una luz capaz de crear distintos ambientes nocturnos. En su interior, un sofisticado sistema de iluminación de Leds controlado por un software desarrollado para el proyecto, es capaz de modificar el color de la luz en función de la temperatura ambiental y de la humedad relativa. Así los termómetros de luz a una temperatura máxima de 25° C se iluminan con un intenso color rojo, en color blanco a la temperatura de 20° C, y adquieren un tono verde frío al alcanzar los 0° C.
El mismo software en función de la humedad relativa permite que los termómetros cambien de color hasta adquirir un tono azul intenso en los momentos de lluvia.
Los termómetros de Luz hacen de la plaza Zabalburu una plaza de luz dinámica, nunca igual a sí misma, un lugar urbano caracterizado por una luz que comunica.