Joaquín Adell. Socio de Honor de la APDI (Asociación Profesional de Diseñadores de iluminación)
A la memoria de Julio Compta y Luis Pablo Muñoz
A modo de introducción
El lector posiblemente recordará que Carlos Ruiz Zafón traspasó la madrugada del 19 de junio del presente año en Los Ángeles y también seguramente es conocedor que Ruiz Zafón es el autor de una de las novelas más vendidas en lengua castellana, «La sombra del viento» (Planeta, 2001).
Adquirí la octava edición de la citada novela el verano de 2002 y la terminé de leer en septiembre del mismo año, mi compra no estuvo precedida de la tan conocida boca-oreja, la primera motivación fue ver una fotografía de cobertura de portada con una farola en primer plano y la atracción que en mi ejercen los titulares que contienen algún motivo, palabra o expresión que me permita, hipotéticamente y a priori, asociar el posible contenido del relato, con el que era a la sazón mi universo profesional, la luz y la iluminación.
Con esta misma atracción me he dejado seducir en su día y he leído ensayos como el «Elogio de la sombra» de Junichiro Tanizaki, 1933 (Siruela, 1994), y «Breve historia de la sombra» de Víctor L. Stoichita, 1997 (Siruela, 1999).
Esta atracción se fundamenta también en la exploración personal de textos que pudieran servir como fuente de inspiración y de ayuda para enriquecer mis conocimientos del lenguaje, en el sentido de su utilidad o no, para mejorar los escritos de las memorias descriptivas de los proyectos de iluminación en los que participé durante mi actividad profesional y en particular en los 30 años (1980-2010) en Erco Iluminación, así como reforzar mis (supuestas) habilidades de comunicación para las presentaciones públicas y para la redacción de textos.
Y todo ello debido a que una de las partes más atractivas y al mismo tiempo exigentes de los proyectos es aquella en la que, después de todo el proceso de la elaboración hasta completarlo, uno debe redactar la memoria descriptiva en la que debe argumentar la solución que se propone intentando ponerse en el lugar de quien va a recibirla y estudiarla, para emplear un lenguaje adecuado, sin merma de las cualidades intrínsecas del proyecto si las tiene, y del cumplimiento de normas y regulaciones.