Uno de los grandes acontecimientos culturales de 2014 en la región Midi-Pyrénées fue la inauguración del Museo Pierre Soulages en el municipio de Rodez, Francia. Artista de notoriedad internacional, cuya obra se ha expuesto en los más grandes museos del mundo, Pierre Soulages es un referente del arte contemporáneo.
El Museo Soulages es el resultado de una donación excepcional del artista a su ciudad natal, y ha sido concebido como una plataforma de 6,000 metros cuadrados al servicio de la creación internacional. La colección del museo, valorada en 40 millones de euros, cuenta con 500 obras del pintor y grabador. Una colección única y fascinante cuya extraordinaria riqueza estará acompañada por exposiciones temporales de relevancia nacional e internacional.
El artista formó parte también del jurado encargado de elegir el proyecto arquitectónico más idóneo para alojar el museo. Finalmente, fue el estudio catalán RCR Arquitectes él que ganó el concurso internacional abierto para asignar el diseño del museo. Tras tres años de obras, el bello y funcional edificio, formado por distintos módulos rectangulares, abrió sus puertas en mayo 2014 en el centro de la ciudad.
El museo se ubica en el céntrico parque Foirail: un espacio público de forma almendrada, a escasos metros de la ciudad antigua y de la plaza de la catedral gótica, el edificio más importante de la ciudad.
La posición privilegiada del parque domina el entorno de la localidad, adoptando una acusada pendiente en uno de sus bordes de la que el proyecto saca el máximo partido. Así, una pieza longitudinal, paralela al bulevar que limita el parque, actúa como espina dorsal del edificio: en él se insertan una serie de volúmenes ciegos de diferentes alturas, creando un interesante ritmo en las fachadas.
El desnivel sobre el que se sitúa el edificio permite, por un lado, minimizar su impacto visual en el parque, ya que parte de su volumen permanece semienterrado, y por otro, mostrar una imagen más monumental desde la zona baja de la ciudad. La disposición del cuerpo de administración, separado en planta baja del volumen principal pero conectado en planta superior por una pasarela de vidrio, permite atravesar el complejo gracias a unas escaleras exteriores que salvan la pendiente. El museo se recubre de una piel de vidrio y acero, cuya pátina entra en diálogo, al envejecer, con los espacios verdes que lo rodean.[+]