«La memoria del espejo» es el título de una instalación lumínica llevada a cabo por el colectivo Lupercales en el Convent de Sant Agustí de Barcelona y realizada durante el festival de iluminación urbana LlumBCN, organizado por el Instituto de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad. Lupercales colabora en esta intervención con los alumnos del módulo de inserción profesional de instalaciones y mantenimiento eléctrico del Casal dels Infants del Raval, con quienes están desarrollando una acción formativa en luminotecnia, así que la realización técnica de este proyecto efímero constituyó parte del programa formativo.
Lupercales es un proyecto de colaboración entre profesionales de la iluminación, un acercamiento colectivo y experimental a la iluminación de espacios públicos. Combinando pedagogía y acción directa sobre el terreno, tratamos de revisar los propios procesos de diseño de iluminación, en busca de una mayor implicación de los usuarios. Creemos que es esta una forma de crear una base de conocimiento fiable acerca del contexto social y cultural de un proyecto, para que sea capaz de responder de forma adecuada, en la justa medida de las expectativas y necesidades de los beneficiarios finales de una intervención en el espacio público: los ciudadanos. Las intervenciones efímeras, de bajo coste, nos permiten probar sobre el terreno planificaciones alternativas que permiten poner en valor tanto la arquitectura como el uso del espacio, y nos dan la posibilidad de generar interactividad y comunicación con el público-usuario.
La idea
Se dice, que antiguamente, los astrónomos utilizaban un espejo situado en posición horizontal sobre una mesa para estudiar de forma precisa el movimiento de los objetos celestes. Y que el hombre observa las estrellas y el infinito intentando buscar preguntas y respuestas. En este acto de observación del universo existe un trasfondo meditativo primigenio, quizás el contacto con lo ilimitado nos sitúa en nuestros propios límites.
Estas impresiones están apoyadas en la etimología de palabras como «consideración» (observación del conjunto de las estrellas), «reflexionar», o «especular» (estudiar el cielo nocturno con ayuda de un espejo).
En esta instalación se han empleado cinco espejos circulares para reflejar el cielo sobre el claustro gótico del convento de Sant Agustí de Barcelona. Los espejos abren cinco pozos por los que asomarse a la oscuridad. La propuesta posee una simetría conceptual con los rosetones góticos que sobreviven del claustro original, así que al mismo tiempo refleja y reclama a la arquitectura misma, perteneciente a diferentes épocas, que se ve reflejada en las superficies silenciosas y expectantes colocadas en el suelo, así como las instalaciones luminosas presentes en el Convent (obra de James Turrell en la entrada «Deuce Coop» de 1992 y el proyecto de Gina Cubeles en el patio). El uso de los espejos sirve también para homenajear esos dos trabajos. El ambiente constituye una oscuridad intervenida, matizada, que propone el recogimiento e inspira quietud y que nos habla, más que sobre el hecho de iluminar, sobre la necesidad de «oscurecer»: La oscuridad es muy valiosa en un entorno urbano, donde abunda el brillo repartido de una forma descontrolada, y apenas puede apreciarse el contraste en términos de iluminación.[+]