El Séptimo Arte no siempre es justo. A veces ni con sus hijos predilectos.
Hay una serie de películas que, por diversos motivos, nunca han alcanzado el reconocimiento que se merecen, y acaban siendo simplemente un dato más en la filmografía de un director o de un actor.
En el año 1957, el director Raoul Walsh rodó “La esclava libre” (“Band of Angels”) con un Clark Gable insuperable en la etapa final de su carrera, una excelente Ivonne de Carlo, y un jovencísimo Sydney Poitier. Desde su estreno fue considerada como una forma de intentar reeditar el éxito de “Lo que el viento se llevó”, lo que provocó las inevitables comparaciones; y decepcionó en las expectativas que había generado. Sin embargo, el paso del tiempo ha mejorado su capacidad de interesar al público, una vez que se ha podido desprender de la sombra generada por uno de los más grandes clásicos de Hollywood.
Guardo en mi memoria el recuerdo de una escena que se repite varias veces en la película, cuando Amantha Starr (De Carlo) es preguntada por su padre, formando parte de una especie de juego: “¿De que están hechas las niñas?” y ella responde “De azúcar y especias”.
Un sueño
Eran los últimos meses del año 2003 cuando tuve conocimiento de un “sueño” que estaba tomando forma en la cabeza de Iñigo Elorduy. En esos momentos era poco más que un suspiro, humo que si hubiéramos soplado habría desaparecido, una imagen que durante unos segundos adquiría formas, y en los segundos siguientes desaparecía. Pero que poco después volvía a aparecer.
Es por todos sabido que los sueños, si no se cuentan, se olvidan, por lo que Iñigo me lo contó.
Este sueño tenía nombre: “La Locura de la Razón”. Y nombre es lo que necesitan las cosas soñadas para volverse realidad.
“La Locura de la Razón” forma parte de una línea de trabajo del estudio de AWEN Arquitectos, encabezado por Chusa Castander e Iñigo Elorduy. Constituye un recorrido creativo en el que se incluyen proyectos arquitectónicos y de paisajismo, composiciones de joyería, diseño de muebles, cuadros, etc., todos englobados dentro de la misma estética compositiva. Es una prueba de que se puede trabajar la misma idea conceptual y estética a distintas escalas.