En los últimos años se ha difundido en no pocos medios de comunicación, y a veces con fines más políticos que científicos, las supuestas innumerables ventajas que ofrece la tecnología LED: menor consumo y mayor eficiencia, más durabilidad, mantenimiento casi inexistente, etc. Sin embargo, conviene matizar muchos aspectos que pueden inducir a falacias y confusión.
Con la tecnología actual, no se puede afirmar que los LEDs tengan una eficacia luminosa mayor que las lámparas de descarga convencionales (100-150 lm/W del LED frente a 115-200 lm/W de las lámparas HID). Los LEDs más eficientes son los de temperaturas de color frías (6000 u 8000K), que producen una sensación poco agradable a la vista y una pobre reproducción cromática, además del riesgo fotobiológico que implican. Con 4000K (blanco neutro), se obtiene un rendimiento de 130 lm/W.
Éstos son valores son teóricos, facilitados por el fabricante del LED en condiciones “ideales” (IF=350 mA, Tj=25 ºC). La eficiencia del LED disminuye con la corriente de alimentación (IF) y la temperatura de unión (Tj), por lo que, en condiciones de funcionamiento real, la eficiencia disminuye (107 lm/W a 600 mA y 76º C).
A esto hay que sumar las pérdidas que introducen el convertidor electrónico, ópticas secundarias y vidrios de la luminaria o cubiertas protectoras del módulo ante condiciones de intemperie. El valor final, que es el que debería proporcionar el fabricante del módulo (y no siempre es así), rondará los 80 lm/W en el mejor de los casos.
Aun así, existen otras características que dotan a esta tecnología de una posición aventajada frente a sus competidoras:
- Con un diseño adecuado, se reduce la contaminación lumínica.
- Con el empleo de ópticas secundarías se logran infinidad de fotometrías para diferentes aplicaciones, con unas uniformidades prácticamente imposibles con tecnologías convencionales. Esta mejora de la uniformidad va a permitir “iluminar mejor con menos luz” y, por tanto, reduciendo el consumo.
- Mayor flexibilidad en el diseño de luminarias decorativas.
- No contienen sustancias contaminantes como plomo o mercurio y, al ser más duraderos, generan menos desechos.
- Encendido y alcance del pleno rendimiento de forma inmediata.
- Admite una regulación continua del 0 al 100%, a diferencia de las lámparas de descarga, que se apagan al reducir su potencia por debajo del 40%.
Es más, la regulación del LED hace que mejore su eficiencia, al reducir su corriente de alimentación y temperatura. Como consecuencia, se consigue disminuir un 55% la potencia consumida manteniendo el 50% del flujo emitido.