«Donde el sol se detiene más que en ninguna parte y donde hasta la señora luna
camina mas despacio, contagiada de pereza. Esta isla, lector, es Mallorca.
Es esta isla mas latina mas latina que todas las otras;
una tierra en la que sin dormir, se pude reposar y soñar»
Así describía Santiago Rusiñol a Mallorca, esta isla que con sus cuatro hermanas, emerge sobre las aguas en el centro oeste del Mediterráneo occidental, formando esa parte de mar poblado de islas, que son las Baleares.
En su forma romboidal, que algunos nos recuerda la cabeza de una cabra, encontramos en la parte norte, en la bahía del Puerto de Pollença y Alcudia, el Club Pollentia Resort. Un oasis de lagunas y frondosos jardines, donde en el año 2011, nos reunimos con el arquitecto y el instalador, para desarrollar la iluminación de las zonas próximas a la piscina y el parking, siguiendo el compromiso medioambiental, de respeto e integración con el entorno, acordado con la propiedad.
Detrás del edificio que alberga el acceso y la recepción, con su continuo baile de clientes y personal del hotel, se encuentra la piscina, una tranquila zona de ocio que solo se altera, cuando las pantallas gigantes, que cohabitan en los límites de este recinto, «llaman a gol», invitando a los clientes afines a su festejo.
Intentando no distorsionar la equilibrada escena lograda por la arquitectura, integramos una nueva especie de árbol, unas esbeltas palmeras de acero con reminiscencias marinas que nos evocan el mástil y las velas de los barcos que surcan la bahía. Estas palmeras, al caer la noche, nos ofrecen un homogéneo archipiélago de iluminación, con sugerentes islas de luz que nos muestran las distintas superficies de este lugar. La escena se completa con unos rayos de luz que emanan de la tierra y nos presentan por su nombre a las palmeras y olivos residentes.
Unido a este ambiente y ligeramente elevado del suelo, tenemos la terraza exterior, en la que además de poder tomar algo y poder conversar con nuestros compañeros de mesa, podemos disfrutar de formar activa, al caer la noche, del relajante paisaje de agua, vegetación y luz que nos rodea. Para mantener esta atmósfera con la iluminación general, instalamos a modo de candil, un discreto sistema de postes y proyectores que cerca el espacio sin invadirlo.[+]