Gastromium, ubicado en el distinguido barrio de El Porvenir de Sevilla, es un restaurante que destaca por una decoración elegante y sobria, y una cocina de culto.
Miguel Díaz, con una dilatada experiencia, se encuentra al frente de los fogones, en cuyo interior se celebra la reunión de tradición y modernidad, siempre combinada con el buen gusto.
Se trata de un local de 242 metros cuadrados situado en la planta baja de un edificio residencial, que cuenta con dos fachadas, una destinada al uso público, franqueada por un vestíbulo en el que destacan unas grandes puertas correderas de chapa negra que consiguen crear un espacio de transición entre el exterior y el interior del local. Efecto de transición remarcado, si cabe aún más, por el contraste entre la chapa negra de la puerta corredera, y la luminosidad del tono blanco del interior del restaurante. Cuando la gran chapa negra está abierta, la propia puerta se integra en el conjunto de la fachada del edificio, al igual que la rotulación e iluminación.
La luz vertical que aparece en la fachada simboliza la luminosidad del Sur, y además marca el referente de las luces que encontraremos a continuación en el interior del local. Es el elemento denominador común de todo el proyecto: la luz.
Este elemento lumínico se repite horizontalmente por todo el perímetro del restaurante; lugar donde se ubica la rotulación del local: Gastromium, Miguel Díaz.
La fachada trasera está destinada al uso del personal y cocina, e integra los registros de ventilación y entradas de aire. Se trata también de una gran chapa negra, en contraposición al protagonismo de la obra vista del edificio residencial en que se ubica, que cuenta con una obertura longitudinal que permite ver el funcionamiento del interior de la cocina.
Todo el espacio respira sobriedad y racionalidad; el mismo lenguaje que caracteriza la cocina de Miguel Díaz. Sobriedad reforzada por elementos como los módulos tapizados, en gris y dorado, que tienen una doble función: decorativa y como elementos técnicos que sirven para mejorar la acústica del local.
Estos «cubos» tapizados interactúan con la fachada del restaurante jugando con el aparador, ya que el local es como una gran vitrina de vidrio transparente. Consiguiendo una fachada de volúmenes «movidos» que deja intuir el interior del Gastromium.