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La iluminación es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta a la hora de diseñar un establecimiento comercial, ya sea grande o pequeño. La iluminación dice mucho de nuestro negocio y es parte imprescindible de la imagen de marca que queremos proyectar, sobre todo en grandes establecimientos, que incluso cuentan con protocolos y decálogos de iluminación para unificar todos sus tiendas.
Estos establecimientos poseen unas características de instalación distintas a otras grandes superficies ya que permanecen encendidas durante horas de forma ininterrumpida. El consumo debe ser por lo tanto lo más reducido posible para evitar que los costes de factura sean muy elevados, sin perjudicar la calidad de la luz. Además, las luminarias de estas instalaciones deben tener un diseño atractivo en concordancia con el resto del establecimiento.
Otro aspecto relevante en la iluminación de los comercios es que disponen de distintos espacios con funciones y necesidades diferentes, igual que no todos los comercios requieren el mismo tipo de iluminación. Lo primero que encontramos en una tienda es su escaparate, cuya función principal es seducir, atraer y distinguirse del resto de comercios. Tras cruzar el umbral de la puerta, debemos encontrar un espacio abierto que muestre los productos ofertados. Dentro de la propia tienda distinguimos varias zonas, como el mostrador, la parte de estanterías o los probadores en caso de ser una tienda de ropa.
La iluminación supone en estos casos una parte integral de la arquitectura, puesto que ayuda a diseñar los espacios, pero es también una base en la estrategia de marketing, más concretamente del marketing lumínico. La luz, su color, su calor, su posición y su conjugación con la distribución del espacio influyen en el cliente y en su estado de ánimo, y esto, bien conjugado, se traduce en una mayor satisfacción del consumidor y un aumento de las ventas. [+]