¿Qué es la luz?
Podemos definirla como la energía que nos permite ver el espacio que habitamos. Esto nos lleva a tener en cuenta dos efectos:
- Por un lado, uno de tipo práctico, la luz nos permite actuar y desarrollar diferentes actividades en dichos espacios.
- Otro de tipo estético, la luz imprime al espacio un aspecto visual. Ambos efectos nos llevan a contemplar la función práctica y estética de la luz.
El diseñador de iluminación debe buscar el equilibrio de ambos aspectos a la hora de afrontar un proyecto. La evolución de la iluminación arquitectural se ha debido, por un lado al desarrollo tecnológico, aspecto estudiado por la luminotecnia y por otro a los tratamientos expresivos de la luz, analizado por la luminoplastia.
Para definir la iluminación nos basaremos en el análisis de una espacialidad arquitectónica, que está en función de planos y o volúmenes (suelos, paredes, techos), sus manifestaciones materiales (color, textura) y a la propia función que cumple dicha espacialidad (tipología arquitectónica).
La luz y el espacio son elementos que podemos relacionar dialécticamente; así la espacialidad podemos considerarla como el resultado de la interacción de la luz y el espacio.
En la mayoría de proyectos arquitectónicos intervienen tanto la luz natural como la artificial, pero vamos a centrarnos en esta última.
Por un lado, la morfología de la luz nos permite definir el espacio en términos de visualidad estética mediante sus factores morfológicos; cada uno de lo cuales tiene una función en la composición visual: con la posición obtenemos diferentes modos de claroscuro; con la intensidad creamos contrastes y centros de atención; con el color provocaremos sensaciones, estados de ánimo; con la difusión descubriremos texturas, y con el tamaño definimos la proporción del espacio iluminado.[+]