¿La batalla es «contra la contaminación lumínica»? o ¿a favor de una óptima calidad de luz que permita reducir la demanda energética?
Por supuesto ambas, y van de la mano, debiendo a todos los actores que nos movemos entorno al diseño y realización de instalaciones de iluminación actuar en consecuencia.
La luz configura el paisaje nocturno de nuestras ciudades, hablar de ciudades significa hablar de ciudadanos y, por lo tanto, de su percepción visual lo que obliga a tratar el problema de la contaminación lumínica con multiplicidad de lenguajes que deben integrarse en un objetivo común.
Corresponde a la industria de la iluminación contribuir con todos sus recursos en esta batalla, recursos que básicamente se centran en desarrollar soluciones luminotécnicas adecuadas, incorporar sistemas de gestión que optimicen su uso y facilitar herramientas de diseño y Proyectación que permitan una adecuada planificación.
A todo ello, puede unirse el contribuir a la cultura entorno a la contaminación lumínica desarrollando la adecuada comunicación, como por ejemplo, la compaña que en los años 90 realizó iGuzzini en este sentido.
La incorporación de innovadoras fuentes de luz es la base para limitar la contaminación lumínica y contribuir al ahorro energético. En este sentido es clave la irrupción de la tecnología LED en la industria de la iluminación, la miniaturización del elemento luminoso y los estándares de eficacia conseguidos lo convierten en el más idóneo de los puntos de partida.
En el caso del desarrollo de ópticas viarias OPTISMART se parte de un LED con una eficacia luminosa de 140lm/W, desarrollando un sistema óptico que nos proporcione la emisión adecuada, un reflector de aluminio de elevadísima pureza con depósito de plata (al alto vacio) aseguramos una elevada reflectancia y conseguir estándares de eficiencia total del producto de 104lm/W.[+]