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4 de abril del año 1986, Harald Hoffman responsable de Erco Leuchten en materia de diseño de iluminación, formador y pedagogo, visita Madrid para entregar una propuesta al Museo del Prado; le recojo en el aeropuerto y comentamos su estudio mientras nos dirigimos al museo. Terminada la presentación nos vamos de visita al edificio Sabatini, antiguo hospital que se está rehabilitando para ser la sede del museo de arte contemporáneo, en aquel momento todavía sin nombre oficial.
Entramos en la obra, el trajín de operarios es inmenso, tragamos polvo en cantidad, mientras paseamos por el interior del edificio, le explico a Herr. Hoffman las características de la instalación y le comento que se va a inaugurar en junio, a lo que con cara de sorpresa me pregunta ¿de que año?, le contesto que de aquel año y ya no soy capaz de describir su reacción facial; para una organizada y estructurada mente germánica, procesar y entender aquella información era poco menos que un imposible en su imaginario.
Pero sí, el CARS, después MNCARS se inauguraba en junio de 1986 con una exposición de Eduardo Chillida, quien junto a la reina Sofía, al entonces ministro de Cultura Javier Solana y al arquitecto Antonio Fernández Alba, asistió a la “premiere”.
La estructura Hi trac de Erco fue la protagonista principal de la instalación de iluminación pues permite iluminación directa, indirecta, bañadora y persona-lizada de acento.
Sin olvidar el contexto temporal en el que se inicia la historia del centro, la lámpara seleccionada para la iluminación es la QT 32, halógena de doble envolvente, hoy condenada a desaparecer por una discutible decisión de la CEE, vigente desde el 1 de septiembre de 2009.
Años más tarde los arquitectos Iñiguez de Onzoño y Vázquez de Castro reciben el encargo de proceder a una segundo intervención de rehabilitación del centro, su aportación más vistosa fue el diseño del bloque exterior de ascensores panorámicos.
En materia de iluminación quisieron poner en crisis el sistema estructural Hi trac, aunque finalmente después de casi un año de indecisiones, llegaban a la conclusión que lo más flexible y lo que mejor respondía a las necesidades expositivas seguía siendo la susodicha estructura.