Arkilum. Diseño de Iluminación Arquitectónica

Contexto
El proyecto de iluminación ha sido el último de los trabajos de intervención llevados a cabo en la Catedral de Santiago, desde que hace ya siete años, comenzara la obra de rehabilitación más profunda de su historia. Se han cambiado todas las cubiertas, se han recuperado todas las superficies interiores, se ha restaurado el cimborrio (incluido el botafumeiro), el claustro, la cripta, la fachada del Obradoiro, gran parte de las cimentaciones, y muchas cosas más. Ha habido más de quince equipos diferentes trabajando a la vez, y uno de ellos, afortunadamente, ha estado dedicado a la iluminación interior. El nivel de exigencia de todos estos equipos ha sido máximo. El proyecto de iluminación fue un encargo de la Catedral y la ejecución del mismo fue financiada por Iberdrola. La Capilla Mayor (el altar de Santiago) ya había sido objeto de otro proyecto de iluminación anterior, finalizado en 2015, en este caso diseñado y financiado por Iberdrola. El autor de dicho proyecto fue Víctor Barbero. En este caso, se han hecho ajustes mínimos en el mismo.
El problema de la luz natural
El proyecto comenzó con todo el equipo de diseño situados debajo del crucero, en un día de julio de hace 4 años y todas las luces apagadas. Se trataba de ver y entender el “carácter” de luz natural que tenía la Catedral. Porque ese carácter, la luz natural que han dejado pasar las diferentes intervenciones a lo largo de la historia forma parte del elemento patrimonial exactamente igual que el color de la piedra o cualquier moldura. Y resulta que la luz que entra es poca, y muy concentrada en cuatro puntos, los rosetones altos en los testeros de la nave principal y transepto, y la linterna del cimborrio. Poco más, algunas ventanas sueltas en la galería superior. Esa realidad dejaba unos gradientes de luz tremendos, con sombras muy densas, incluso a pleno día en amplias zonas de la planta.

El reto era precisamente ese: no traicionar esta realidad patrimonial de luz natural, y ser capaz de aportar la iluminación imprescindible para el uso. Lo que hizo el proyecto fue convertir ese problema en oportunidad. Lo que sí podemos hacer con una zona de sombras densas, añadiendo poca luz, es crear un ambiente de recogimiento. Y ese ambiente de bajos niveles, altos contrastes y luz cálida, que sugiere recogimiento, resulta perfecto para un templo de final de peregrinación.
¿Monumento arquitectónico, templo de referencia o contenedor de elementos patrimoniales?
Estas son las tres demandas que tensionaban el proyecto. ¿tenemos que iluminar, sobre todo, la arquitectura? ¿O tenemos que crear las condiciones ambientales que requiere el culto? ¿O se trata más bien de revelar todo el patrimonio que atesora, en sus mínimos detalles, para los visitantes? Evidentemente hay que atender las tres demandas, y así lo hemos hecho, y la estrategia que se ha seguido ha sido la de realizar un trabajo por capas de luz. Pero también hay que señalar que el tratamiento no ha sido equilibrado por igual en la atención de las tres familias de demandas. Se ha primado el ambiente de recogimiento, entendiendo que su condición de templo extraordinariamente vivo es la esencial, la que está ligada con la propia construcción del espacio, y la que ha traído este patrimonio hasta nuestros días. Equilibrada con ésta demanda, pero en un escalón inferior, está la decisión de revelar el orden fantástico de esta arquitectura, y ya en tercer lugar aparece el trabajo de subrayado selectivo de elementos patrimoniales.