La colaboración del «dream team» formado por Foster y Engle promete la integración de la luz en la arquitectura al más alto nivel. Claude Engle IV escenifica la explotación vitivinícola española aplicando los métodos del diseño de iluminación cualitativo: acentuación, zonificación, iluminación vertical.
En los últimos años, las regiones vinícolas del norte de España han ido avanzando hasta convertirse en un Eldorado de la arquitectura extraordinaria. Calavatra, Moneo o Gehry: las bodegas recurren a arquitectos de renombre internacional para dotarse del diseño más espectacular. Edificios como la sede central de Marqués de Riscal, inspirada en el museo Guggenheim de Bilbao, son exponentes destacados de esta competición tácita. Las nuevas bodegas son imagen de marca, imán para visitantes y elemento diferenciador en la competencia cada vez más intensa por cuotas de mercado y prestigio.
El ejemplo más reciente de esta tendencia lo ilustra el grupo Faustino: sus Bodegas Portia en la Ribera del Duero, diseñadas por Foster + Partners, aúna eficiencia y elegancia, utiliza la topografía natural de su entorno y alude de manera original a los procesos funcionales de la elaboración del vino, todo ello escenificado expresivamente por el concepto de iluminación integral del diseñador de iluminación Claude R. Engle IV.
Se trata de la primera bodega diseñada por Lord Foster junto con su equipo. El resultado es una disposición cuya planta recuerda a un trébol estilizado. Partiendo del centro del complejo, tres alas del edificio se extienden hacia fuera como los haces de una estrella. Cada sección alberga una de las tres etapas de la elaboración del vino: la fermentación en el tanque de acero, la maduración en barrica de roble y finalmente el envasado y el almacenamiento en botellas.
El corazón operativo de la instalación se ubica en el centro del complejo de edificios. Aquí se supervisan y controlan todos los procesos que se desarrollan en las tres alas. Además, aquí se encuentra el área pública inundada de luz, con tienda, sala de degustación y restaurante, en la que los visitantes disfrutan de vistas panorámicas de la región vinícola, más allá de las amplias terrazas y superficies de agua colindantes. Las galerías acristaladas en un entresuelo ofrecen a los visitantes una vista sin obstáculos de los procesos de producción en las tres alas del edificio, y convierten el disfrute del vino, más allá de la degustación, en una experiencia sensual que integra la larga tradición de la cultura vinícola española.