Las obras de arte en los espacios públicos o integradas en las edificaciones despiertan las percepciones dormidas del que las observa, sacándolo de su rutina y estimulando su imaginación a otras lecturas de la realidad, del tiempo y del espacio. Carlos Cruz-Diez (1923-2019)
Madrid estrena un nuevo concepto de hábitat. El número 11 de la calle Montalbán en el barrio de los Jerónimos, es una obra de arte habitable. La señorial edificación, cuya fachada, patio central y entrada han sido preservados debido a su valor histórico, exhibe en su interior la Ambientación Cromática Montalbán 11 del artista Carlos Cruz-Diez, concebida especialmente para la configuración de los espacios comunes y privados del inmueble, logrando una integración armoniosa entre arte y arquitectura en una edificación de uso residencial rehabilitada. El resultado ha sido una obra de arte total en donde color, luz, vegetación, movimiento, confort y calidades excepcionales son los protagonistas.
Ubicado en el epicentro cultural de la ciudad, junto al Paisaje de la Luz que acaba de ser reconocido como Patrimonio Mundial de la UNESCO (donde se encuentran el Museo del Prado, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), este conjunto de sofisticadas viviendas marca un hito en la arquitectura madrileña. El nuevo espacio residencial, que se integra de forma natural en este edificio histórico de 1916, antigua sede de la Azucarera Nacional, aúna el respeto por el legado urbanístico con las últimas investigaciones artísticas contemporáneas.
La intervención espacial se plantea como una gran «caja sensorial», en la que todas las disciplinas (arte, arquitectura e interiorismo) se fusionan, aprovechando las singularidades de un edificio histórico. Destaca la calidad y fluidez lograda, la manera como los espacios de las viviendas se integran a los patios interiores aprovechando la luz natural, el uso de materiales y acabados excepcionales que proveen de elegancia y calidez a los espacios, la incorporación de vegetación, la especial atención prestada a la iluminación, la instalación de tecnologías modernas y la incorporación de eficiencia energética y sostenibilidad.
Además, se ha creado un recorrido cromático en perfecta simbiosis con el espacio, cuyo valor estético contribuye al enriquecimiento del conjunto.
En el hall de entrada, el mural Induction Chromatique à Double Fréquence recibe al visitante. En esta obra, distintas gamas cromáticas aparecen y desaparecen continuamente, en función de la dirección e intensidad de la fuente luminosa y del desplazamiento, ángulo y distancia a la que se encuentre el espectador.
Desde la cabina transparente del ascensor se observa una vibrante Chromointerférence que evoluciona durante el trayecto de ascenso y descenso. La interacción de formas y colores genera experiencias diferentes en cada planta, dando como resultado ocho armonías cromáticas.
Durante los trabajos de rehabilitación del edificio, la escalera original se desmontó para instalar el ascensor y se volvió a montar respetando su configuración inicial. De esta manera, la intervención demuestra su compromiso con el mantenimiento de los materiales originales que preservan la esencia y el valor histórico del inmueble.
Además, cada vivienda cuenta con una Transchromie propia. Estas piezas consiguen que los ocupantes perciban variaciones cromáticas provocadas por los paneles de metacrilato transparentes de colores sustractivos. Las obras, que están exentas y pueden ubicarse en distintas ubicaciones de cada piso, muestran composiciones geométricas y gamas cromáticas que se renuevan constantemente por la incidencia y movimiento de la luz del sol a lo largo del día.