Alejandro Baselga. Responsable de Iluminación de ELT
En el mundo hay más de 300 millones de luminarias de alumbrado público y la mayoría siguen siendo de tecnología convencional (vapor de mercurio, de sodio y halogenuros metálicos). Sin embargo, gracias a las ventajas técnicas y económicas que tiene la tecnología LED, se están produciendo cambios masivos del parque de alumbrado.
Estos cambios se deben principalmente a la reducción de los consumos y a la mejora de la eficiencia energética de la instalación. Sin embargo hay que tener siempre presente que el objetivo de un buen alumbrado público es proporcionar una buena visibilidad para garantizar la seguridad vial y ciudadana.
Para conseguir una adecuada visibilidad en las calles son claves las distribuciones lumínicas que se obtienen a través de una correcta selección de ópticas secundarias para la luminaria. El objetivo de estas ópticas es dirigir la luz producida por el LED al punto del vial donde se necesite y evitar las zonas que no se quieran iluminar (cielo, edificios…). Esto trae consigo una buena uniformidad ya que mejoran el control del haz de luz hacia el lugar deseado, un bajo deslumbramiento, una reducción de la contaminación lumínica y un ahorro energético reseñable.
La diversidad de tipos de viales existentes y de normativas aplicables a cada uno de ellos lleva a la necesidad de disponer de ópticas con múltiples distribuciones fotométricas diferentes para dar solución a cualquier aplicación de exterior. En este sentido, es importante destacar que los componentes ópticos en la iluminación LED juegan un papel vital para el éxito final de la luminaria ya que ésta es la responsable del control y la distribución de la luz emitida por el sistema lumínico.
Dentro de la amplia gama de ópticas y distribuciones lumínicas, van a analizarse tres ejemplos significativos: el alumbrado de calzadas M1, el alumbrado de caminos peatonales P1 y, por último, el alumbrado de un paso de peatones.